jueves, 25 de febrero de 2010

Visita de las mamás


Esta foto bien puede resumir la visita de las mamás, es decir, de mi madre y mis tres tías más queridas: Amparo, Consuelo y Maribel. Tres días de risas con las cuatro fenómenas. Después de recogerlas en Victoria Station, en Londres, comer fish 'n' chips en un pub y dar cuatro pasos, entramos en Zara. Mi madre se compra unas bermudas. Y de paso, desfila y baila con ellas por el pasillo de probadores. Llegamos a Regent Street con el metro, entramos en otra tienda. Mi madre se compra un vestido. Loli está irreconocible: ¡gasta con alegría! 
-¿Te ayudo Loli?
-"Qué maja", piensa mi madre.
-¡Click! Toma foto en ropa interior.
-¡Ya no me compro más cosas!, se excusa ilusa mi madre al pagar.
Al llegar a Birmingham, una cálida nevada nos dio la bienvenida. A las 10 de la noche, sólo nosotras caminábamos por la calle. La tía Amparo más bien lo intentaba, resbalón tras resbalón. Ya en casa y cenaditas, a la cama. Y empiezan las risas, los ronquiditos y los sustitos de quienes se levantan a la cocina y confunden hebillas con ratones.

El segundo día lo pasamos en Birmingham. Visitamos mi barrio, el Jewellery Quarter, la catedral y... ¡a por la primera pinta del día! A las 12 del medio día para no desentonar entre los ingleses. Y claro, después del primer medio litro de birra.... Loli vio "las botas de mi vida". Amparo se compró otro par. Cada una a su estilo. ¡Y la cola que montaron en la caja por 23p! Ellas pensando en 23 pounds más cuando eran 23 peniques. "Spanish", se disculpó la dependienta a la siguiente clienta. Me acordé de Benidorm...
Llegamos al Bullring. Vieron el toro. "¡El toro!" Allá que se subieron. Con mi madre ya subida en la cola, y su bolsa de las nuevas botas en la mano que no la soltaba, aupando a Consuelo, me fallaron las fuerzas del descojone y al suelo que fue a parar. Pobreta. Pero no se dio por vencida. Una vez las dos arriba, fotos. Luego fue el turno de Amparo y Maribel. Es que me parto cada vez que me acuerdo. Qué fenómenas, como dijo mi hermano. A Amparo la subimos al revés y arriba mismo que la giramos, como si fuera un timón. Y Maribel, con las piernas tiesas. Después de tan buen momento de risas fuimos al mercado. Y madre se compró... ¡unas cortinas! Y después, las borlas. "Ahora enséñeme los tamaños, oiga".
Esa noche cenamos en The Joint Stock, mi pub preferido de Birmingham. Mi mamá repitió el salmón. Nos acordamos del papá al mismo tiempo.

El tercer día, ya con Dani, fuimos a Liverpool. En el tren eran las que más alto hablaban. Pero... ¿iba a avergonzarme por eso? Ellas eran las personas que más quería en ese tren. Y si eso les molestaba a los ingleses, a mí me fastidiaban los borrachos camino del Anfield Stadium. Bajamos a The Cavern, mi madre estuvo más cerca que nunca de su querido John Lennon, paseamos por el barrio donde empezaron como músicos y de ahí, al Albert Dock, el puerto. Sinceramente, lo que más me gustó fue poder ver el mar. Liverpool no es bonita, pero tiene una personalidad tan fuerte que le da un toque encantador. Merece la pena visitarla.

Los tres días pasaron volando. Tres días llena. El domingo fue duro, raro, triste. La resaca de la felicidad. Otra nevada les dijo adiós y restrasó su vuelo 3 horas. 12 horas después, mi madre volvía a estar en la pantalla del ordenador.

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