martes, 1 de junio de 2010

Brugge

La escapada comenzó con una carrera a la estación de trenes para coger el London Midland que nos llevaba a Euston. Ahí nos esperaban Aurora y Carlos con el coche para ir al Canal de la Mancha. Pasar de inglaterra a Francia por el Eurotunel es como ir a un aeropuerto para coches y luego coger un tren para vehículos. Tienes que llegar una hora y media antes de tu hora de salida, recoger tu tarjeta de embarque y dirigirte al aparacamiento de espera donde aguantas hasta que llaman a los coches con la letra de tu turno. De ahí pasas las frontresas francesa e inglesa (gran diferencia entre atravesar este punto de día, cuando te miran cuidadosamente los DNI, y de noche, cuando literalmente pasan de ti). Una vez en territorio francés, aunque tierra inglesa, esperas a que te asignen una vía de tren a la que accedes con tu coche. De ahí al tren, un largísimo vagón único de dos pisos divido compartimentos con capacidad para cuatro turismos. El trayecto dura apenas 30 minutos en los que sientes el movimiento aunque estés parado dentro de tu vehículo.

Bienvenue à La France! Rappelez de conduir à droite! Qué sensación tan buena estar de nuevo en mi querida Francia. Me sentía en casa, en Europa. UK se empeña y lo consigue. Matiene sus distancias con la Unión Europea y así lo sienten los que vivimos en este país. Llegamos a dormir a Dunkerque. A la mañana siguiente, a penas una hora de carretera y alcanzamos Brugge. Allí nos esperaban Codi y Raquel, amigos de Aurora y Carlos. Dejamos nuestras cosas en una fantástica habitación para cuatro en el hotel Golden Tree de Brujas, un antiguo y precioso palacio señorial habilitado en hotel que recomiendo a todo el mundo que se acerque a esta ciudad de cuento. Pasear por sus calles es transportarte a la bella, rica, vieja Europa. La particular arquitectura de Brujas me encantó, no podía parar de hacer fotos de los edificios, sus coloridos ladrillos, sus originales formas, sus viejos y permanentes encantos. Dimos un paseo en barco por sus canales. Típica atracción turística que mereció la pena. Ese día cenamos como señores y señoras en el restaurante La Belle Epoque, donde prové la tradicional sopa de Brujas a base de pollo, patatas y verduras. Un rico plato que resucita a un muerto, la clásica estampa del paquete de tacos de caldo de pollo Knorr.

La primera parada del día siguiente fue el museo del Diamante. Resultó interesante: la extracción del diamante comenzó en la Edad Media en La India. Se llama así porque viene del latín 'adamante', que significa indestructible. Después me tomé el mejor presentado té que nunca me he bebido, con chocolates belgas incluido. Y lo pagué, claro. Muy cuco el tea room. Vivnieron más amigos de Aurora con los que comimos y que tuvieron que irse por la tarde. Estuvimos también en una tienda de cervezas con un montón de variedades belgas. ¡Mi meca! De nuevo Aurora, Carlos, Dani y yo, merendamos unos riquísimos gofres, el mío y el de Carlos de chocolate blanco! Como en el parque de la Tête d'Or! Después fuimos a comprar birras belgas al badulake y nos las bebimos en la plaza de Brugge, al solecito, mientras nos echamos unas buenas risas e intentábamos jugar al 'carga-protege-dispara', una especia de 'piedra-papel o tijera'. Finos acabamos en el kebab y de ahí a la habita a bailar rap, correr los 1.000 metros-habitación e intentar jugar a las cartas, todo ello al ritmo de Eurovisión.

El lunes fuimos por la mañana a Gante, preciosa ciudad muy similar a Brujas que paseamos bajo la lluvia. De camino de vuelta hicimos una parada en Dunkerque, de nuevo, para comprar en Carrefour todo lo que no encontramos en Inglaterra: buenos quesos, vinos, dulces, patés, hermosos tomates de ensalada, gofres, panes de leche... Estábamos tan contentos cargando el carro para los próximos dos meses como si estuviéramos en un parque temático. "Eh, me voy a la zona de salchichas, que no la he visto". En mi carro no faltaron las galletas de vainilla que me compraba en Lyon, ni los panes de leche, ni los 6 quesos San Marcelin, ni le fromage de chèvre, ni el paté du canard.... qué ilusión me hace abrir la despensa y la nevera ahora! No sólo por lo bueno que está todo sino también por los recuerdos que me traen! Con el maletero lleno, ahora sí, empezaba el viaje de vuelta. no sin antes una buena comida a base de pan, queso y fiambre en las escaleras de enfrente del Carrefour. ¡Gracias brujos y brujas por este fin de semana tan feliz!

2 comentarios:

  1. Que guay Loli ¡¡¡¡¡¡¡ me encanta ,es super bonita la ciudad ,estas hecha toda una redactora,te quiero

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  2. Me encanta!!Rebeca : )

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