miércoles, 25 de agosto de 2010

Summer break

Hace un mes y un día era 23 de julio. Mi 28 cumpleaños. Y mi último día de colegio hasta el curso que viene. A las 15.05 de ese día, después de 'celebrar' en el departamento mi cumple con 'delicious spanish omelette' cocinada por Dani y una tarjeta de 'japi berdei', sonó la campana de la felicidad. Llegó mi momento soñado, el que no veía llegar. Pero llegó. Y qué bien me sentía con un mes y medio de vacaciones por delante y, sobre todo, con un vuelo que coger al día siguiente. Dormir entre el frío suelo y las incómodas sillas de Stansted Airport y perder el hígado en la desesperada carrera a la puerta de embarque después de hacer casi dos horas de cola para facturar la maleta no mermó mis fuerzas. Y además, las repuse. La comida de bienvenida-cumpleaños que mis padres prepararon en el bajo en Cullera con mi gente fue el mejor regalo que podía tener. Todos y cada uno de ellos, sonrientes, abrazándonos. Por fin en casa. Junto a la playa. Ahora sí, ahora era mi 28 cumpleaños. Comida a base de pescado fresco, mojitos en la playa, Alicia jugando en la orilla... ¿qué más podíamos pedir? Noche de risas en el botellón y el chiringuito. ¡Cuánto calor! El calor de nuestra gente.

Dani estuvo una semana, yo dos largas. La primera la pasamos entre Valencia, el cámping y Cullera: comidas con la familia, sonrisas en directo de Alicia, Carmen's fideuá y arroz al horno, mojito gigante en casa de Ana Carrión, Litrópolis (¡esta vez con Jesús y Olga!), la compañía de mi padre, la simpatía de Pablo, la madurez de Julián, la preciosidad de Emma, la barriga de Natalia y la reina de mi corazón, Daniela.

Rebe y Dani se iban y aproveché al máximo con ellos, especialmente con Rebe, a la que no vería hasta Navidad. Como ya manda la, prodríamos decir, 'nueva' tradición, me quedé una noche a dormir en su casa. Al día siguiente, ¡juntas! Compras, paseos, comida de empresarias... y energía, mucha energía. Au revoir Rémi et Rebeca! À bientot! El sábado era para Dani, su último día. Comida en el cámping y cena en casa de Josefo. Por la noche, recuerdos de hacía casi un año cuando iniciábamos nuestra etapa en el Reino Unido. Nervios que todavía guardo. La ansiedad de la incertidumbre.

Pepe me dejó conducir su coche a Cullera. ¡Sorpresa! Mis apdres se alegraron mucho de vernos llegar juntos a pasar el domingo con ellos... y con los siempre bienvenidos invitados, sea Dina, sea Fani y familia, o con todos a la vez. Me alegró mucho ver a Dina y a Stefan esos días. Dejé un hueco en el estómago para merendar en el cumpleaños de Daniela, que cumplía 6 preciosos años. Fui a la playa con mis primas Amparo, Consuelo y Natalia y los nenes, así que yo feliz como una perdiz con todos en la playa. Esa noche Daniela quiso dormir con su tía Lolita -la de las cosquillas-. Mientras le contaba un cuento a Daniela que se sabía ella mejor que yo, Julián le preguntaba a su madre cosas sobre la Primera Comunión. El día siguiente fuimos a Benitatxell Marina, Ali, Leti, Soraya y yo. Me encantó. Un día de playa, relax, amigas, coche. Me quedo con la siesta en la orilla de la playa.

Mi segunda semana fue para ir a mi bola, es decir, pasar tiempo con mis sobris, tener sabias charlas con mi ma, visitar a Pepe en la portería y reencontrarme con mi pequeño caballo. Comía casi todos los días con mi madre y mi padre en casa de mi abue, quedaba Bar y Di para ir al chiringuito del parque de Cabecera, para hacer una ruta de bici, me llevé en bici a cenar a Daniela al McDonalls y durmió en mi casa, cuidé una tarde a Alicia... Y además, me dio tiempo a comer en el Perelló con María, Nieves y Susana, a ver a las chicas Frun, a mis compis del Qué!, a Amparo, Álex y Laura y a Marieta, ¡la mejor guionista!

Mi último finde en Cullera fue muy especial. Con mis padres y mi hermano siempre me río mucho. El cubatita con el que quería terminar la cena familiar mi madre no cogió a tiempo a dos hijos torraos en el sofá. ¡Vaya ejemplo! Tras un muy agradable paseo con mi papi al pueblo y una visita a mi tía Consuelín y a Consu,¡y a Pablo y a Daniela!, el sábado comí una paella con tantas risas como arroz en el chiringuito del Dossel. Pape y Mar (¡y Mar!) me recogieron. Qué lindos. Cada minuto con vistas al mar y junto a mis padres valía oro, igual que las tertulias en la terraza del bajo.

Lunes, último día. Pepe preparó una cena exquisita de 'hasta la próxima'. Me iba con las pilas cargadas. Y en la mejor compañía: Bar y Carlos.

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